El Nuevo Herald-����������������� �����������������������������������������Noviembre 8, 2003

�Los fantasmas de Chavez,�

Reproducimos un reciente editorial del diario La Naci�n, de Costa Rica.

    El presidente de Venezuela, Hugo Ch�vez, denuncio la organizaci�n de un complot en suelo costarricense para derrocarlo. Lo hizo en su programa dominical por radio y television! �Alo, presidente!

    D�as antes, dos diputados oficialistas hab�an divulgado una supuesta conversaci�n del presidente de la opositora Confederaci�n de Trabajadores de Venezuela (CTV), Carlos Ortega, asilado en Costa Rica. Esta conversaci�n telef�nica seria la prueba de la conspiraci�n que el presidente de Venezuela describi�, con su reconocida verborrea, como la ''preparaci�n de un plan macabro que esta pensando de nuevo en desestabilizar al pa�s para buscar una matazon de gente y achac�rsela a Ch�vez''. Este plan, seg�n Ch�vez, se efectuar�a en la jornada de recolecci�n de firmas para el referendo revocatorio, entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre pr�ximos.

    El presidente Ch�vez no solo ha sido adicto, al parecer, a los golpes de estado para tumbar gobiernos democr�ticos, sino que, ahora, en el disfrute de las bienandanzas de la democracia, de la que el renegaba, inventa asonadas y conspiraciones desde un pa�s democr�tico como Costa Rica, ejemplar casa abierta para los perseguidos de las dictaduras y tambi�n para las victimas de los gobernantes elegidos democr�ticamente, pero sin conciencia ni vivencia de los deberes inherentes a su cargo.

    Costa Rica posee atestados luminosos en el campo del asilo pol�tico y del respeto a los principios democr�ticos que el presidente Ch�vez, por obvias carencias culturales y pol�ticas, ignora. Sus exabruptos, prueba inequ�voca de debilidad y de miedo, no menguaran jam�s los vigorosos v�nculos de amistad y de comuni�n democr�tica entre los pueblos de Venezuela y Costa Rica. El pueblo venezolano sabe muy bien que, en las horas m�s oscuras de la dictadura, los costarricenses compartimos generosamente el pan y el techo con ellos. Ahora, Venezuela vuelve a sufrir y, nuevamente, algunos de sus hijos han tocado nuestras puertas en busca de seguridad, de trabajo y de inversiones. Nos sentimos honrados de su presencia y amistad.

   Las ''denuncias'' del presidente Ch�vez son, por su contenido, fraudulentas, pero, por su intenci�n, veraces. Reflejan a cabalidad su estilo y su t�ctica, aunque no sean originales. Corresponden al viejo truco de los gobernantes desgastados y de los dictadores de inventar conspiraciones para llamar la atenci�n y reforzar la adhesi�n de sus militantes y allegados. El insulto y la violencia suelen ser el espacio vital de este tipo de personajes. Las consecuencias est�n a la vista: Venezuela es una naci�n fracturada. Hugo Ch�vez no ha sido, como compete a todo presidente dem�crata genuino, un factor de unidad y de inspiraci�n, sino de odio y confusi�n.

 

   Su procacidad lo ha llevado, en esta coyuntura, no solo a fantasear con un complot desde Costa Rica, sino tambi�n a insinuar la amenaza de la suspensi�n del suministro de petr�leo a nuestro pa�s, como procedi� contra Republica Dominicana, cuando sus propios fantasmas lo persegu�an susurr�ndole que el ex presidente Carlos Andr�s P�rez y funcionarios del gobierno dominicano preparaban un plan para asesinarlo. Cuando un gobernante da muestras p�blicas de tanta inestabilidad mental y lleva el arma del chantaje a estos niveles, no hay duda de que sus m�s feroces adversarios o conspiradores est�n dentro del el y sin posibilidad de asilo.

 La historia pol�tica documenta, en otros personajes, estos mismos trances.

Quiera Dios que el pueblo venezolano encuentre la luz y la paz social tras esta dolorosa pesadilla.