El Mundo, ���������������������������������������������������������������������������Agosto 22, 2004

 

�Consecuencias para Am�rica tras la victoria de Ch�vez,�

Venezuela. Refer�ndum. Consecuencias para Am�rica tras la victoria de Hugo Ch�vez

Marco Vicentino,

     La fase inmediatamente posterior a la victoria de Hugo Ch�vez en el refer�ndum del domingo va a estar marcada por un breve periodo de promoci�n ret�rica de la reconciliaci�n nacional. De hecho, ya ha "tendido la mano" a la oposici�n invitando a la reconciliaci�n nacional. Sin embargo, la realidad se impondr� a no tardar. Su victoria acelerara la radicalizaci�n y la puesta en practica de su programa pol�tico revolucionario, lo que incluye la adopci�n de en�rgicas medidas en contra de la oposici�n, en particular contra funcionarios de la administraci�n y otros empleados del sector publico, que van a experimentar formas aun mas extremas de discriminaci�n y ostracismo. Entre otras probables medidas, van a figurar mayores limitaciones a la libertad de prensa, en particular contra las emisoras privadas de televisi�n que han actuado materialmente como altavoces de la oposici�n antichavista. Ch�vez va a emplear los dos anos de presidencia que le quedan para neutralizar los restos de la oposici�n al objeto de garantizarse una c�moda reelecci�n en 2006. Esas elecciones se celebraran en un estado generalizado de terror, subrayado por amenazas e intimidaciones para desanimar la participaci�n del electorado y para impedir que la oposici�n se organice pol�ticamente de manera eficiente.

 Hasta ahora, la Coordinadora Democr�tica (la coalici�n de partidos en la oposici�n) se ha mantenido unida en contra de Ch�vez pero dividida sobre casi todo lo dem�s, con lo que ha permitido que el Gobierno la socave con regularidad. Al no presentar pruebas irrefutables de fraude y manipulaci�n, la �nica posibilidad que le queda a la oposici�n es la de centrarse en las elecciones de 2006 a la presidencia. Con dos anos por delante para organizarse a partir de unos dirigentes cre�bles y de un programa pol�tico convincente, la coalici�n debe hacer un llamamiento a los sectores interclasistas de la sociedad venezolana. Debe promocionar a un l�der y un mensaje con los que puedan identificarse los venezolanos de la calle. Sus dirigentes tendr�n que haber mantenido los menores lazos posibles con los gobiernos anteriores a Ch�vez.

El mensaje debe estar desprovisto de toda ret�rica militante y de toda oratoria que induzca a la divisi�n.

    Todav�a m�s importante es que uno y otro deben resultar atractivos para la mayor�a de los pobres de Venezuela, tradicionalmente abandonados a su suerte, a los que Ch�vez ha controlado de manera eficac�sima al ocuparse de sus necesidades, sus preocupaciones y sus miedos.

     Hace un ano, cuando sus �ndices de aprobaci�n popular estaban alrededor del 30%, Ch�vez lanzo sus misiones sociales, una iniciativa que asigno 1,7 miles de millones de d�lares norteamericanos (1,38 miles de millones de euros) procedentes de los ingresos estatales del petr�leo a subvencionar planes de sanidad, educaci�n y alimentaci�n gratuita en favor de los pobres. Aunque se trata de una iniciativa irresponsable desde el punto de vista fiscal e insostenible a largo plazo desde el econ�mico, le ha proporcionado los votos que necesitaba para garantizarse la victoria en el refer�ndum. Ante la ausencia de pruebas de la comisi�n de delitos en el refer�ndum, la Organizaci�n de Estados Americanos (OEA) y el Centro Carter no han podido hacer otra cosa que dar por buenos los resultados del refer�ndum. Ambas entidades eran en un principio responsable de la mediaci�n entre Ch�vez y la oposici�n que iba a terminar en el refer�ndum. En particular, la diplomacia paciente y enormemente h�bil del secretario general saliente de la OEA, Cesar Gaviria, ha jugado un papel fundamental a la hora de evitar el derramamiento de sangre. Provistas de la necesaria credibilidad, ambas organizaciones deben conseguir que concluya el proceso y garantizar una salida pacifica. No obstante, el trabajo de la OEA en Venezuela no puede darse por concluido. En septiembre, el ex presidente de Costa Rica, Miguel �ngel Rodriguez, se har� cargo de la Secretaria General de la OEA para un mandato de cinco anos. Venezuela debe seguir figurando en uno de los lugares m�s altos de su lista de prioridades. Debe tomar la iniciativa para garantizar que Ch�vez hace honor a las obligaciones de Venezuela de acuerdo con la Carta Democr�tica de las Am�rica, firmada el 11 de septiembre de 2001, que garantiza y protege los derechos y libertades de todos sus ciudadanos. El incumplimiento de esas obligaciones puede terminar en su expulsi�n de la OEA. El �xito del secretario vendr� determinado por su capacidad de convencimiento, y su liderazgo ser� tanto m�s eficaz cuanto lo permitan los estados miembros de la OEA, particularmente, los m�s influyentes, como los Estados Unidos, M�xico, Brasil, Argentina y Chile. Adem�s, las ONG, especialmente las que defienden los derechos humanos, deben permanecer alerta y absolutamente comprometidas con Venezuela a la hora de informar de las infracciones y violaciones a la comunidad internacional.

     La victoria de Ch�vez ha supuesto un violento despertar de muchos de los estados de esta parte del mundo, muy principalmente de los estados andinos como Colombia, Ecuador, Per� y, en menor medida, Bolivia. Contin�an las tensiones en la frontera entre Venezuela y Colombia. Las acusaciones de que Ch�vez apoya a los rebeldes de las FARC de Colombia sigue constituyendo un contencioso de capital importancia entre los dos pa�ses, cuyos dirigentes militan ideol�gicamente en campos opuestos. Las relaciones no van a mejorar de aqu� a un breve plazo. Pero de todos los dirigentes del hemisferio occidental, el que mas satisfecho esta es Fidel Castro, que se ha sentido especialmente aliviado de que su compa�ero de ideolog�a mantenga firmemente el control y, con ello, el suministro regular de petr�leo a Cuba.

     Ya antes del refer�ndum los Estados Unidos se hab�an resignado a la victoria de Ch�vez. Debido en parte a la preocupaci�n de los norteamericanos por sus compromisos en otros lugares del mundo y a la ausencia de una oposici�n eficaz y fiable en Venezuela, EEUU ha mantenido una pol�tica coherente de avanzar poco a poco de crisis en crisis.

     A pesar de que las relaciones siguen siendo tensas, Washington debe sentir un cierto alivio ante la perspectiva de que en Venezuela se haya recuperado la estabilidad interna hasta las elecciones presidenciales del ano 2006, como m�nimo. Venezuela proporciona a los EEEUU aproximadamente el 14% del petr�leo que consumen. Las exportaciones de petr�leo representan cerca de la mitad de los ingresos de Venezuela y los Estados Unidos reciben dos tercios de esas exportaciones. Aunque la producci�n estable de petr�leo siga siendo prioridad y preocupaci�n que ata�en por igual a EEUU y a Venezuela, los Estados Unidos deben hacer especial hincapi� en que se protejan los derechos de todos los ciudadanos de las Am�rica, incluido el venezolano medio, mediante una actuaci�n en estrecha colaboraci�n y coordinaci�n con la OEA y sus restantes estados miembros. 

    Marco Vicenzino es director del Instituto Internacional de Estudios Estrat�gicos (IISS) en Washington, EEUU.