El refrendo de Jimmy Carter y Cesar Gaviria se convirti� en la tarde de ayer en la demostraci�n fehaciente de que Hugo Ch�vez hab�a ganado el ordago. En medio de las bravatas del presidente y de la oposici�n, el testimonio de los observadores internacionales se convirti� en la prueba del nueve de su supervivencia al frente de un pa�s polarizado social y pol�ticamente hasta la extenuaci�n.
La calma tensa que hab�a sobrevolado la jornada electoral degener� en una incruenta batalla verbal entre partidarios y detractores de Hugo Ch�vez despu�s de que el presidente del Consejo Electoral anunciara la victoria holgada del presidente y su consiguiente permanencia en el cargo.
La oposici�n venezolana se niega aun as� a aceptar unos resultados que considera fruto del fraude gubernamental y del af�n del l�der venezolano por aferrarse al poder. Y lo cierto es que algunos datos avalar�an por lo menos la tesis de la sospecha. Por ejemplo, el hecho parad�jico de que el bloque opositor haya obtenido menos sufragios que firmas hab�a recogido para la convocatoria del refer�ndum. O que los dos miembros m�s antichavistas de la junta que vela por la limpieza del proceso no hayan estado presentes en la etapa crucial del escrutinio. Ambos aseguran que se enteraron del resultado viendo en televisi�n la rueda de prensa del presidente del Consejo Electoral, Francisco Carrasquero, sobre quien se posan ahora todas las miradas.
Pero por mas que estas denuncias resulten cre�bles en vista de la catadura moral del personaje, la victoria de Ch�vez fue reconocida ayer por los observadores del Centro Carter y de la OEA, que no parecen precisamente aliados del movimiento bolivariano y que no aprecian elementos suficientes para impugnar el resultado.
Apenas unas horas despu�s de que se completara el recuento y mucho antes de que los observadores avalaran su triunfo, un exultante Hugo Ch�vez se asomaba al balc�n del palacio de Miraflores. Pertrechado de su habitual verborrea de exabruptos grandilocuentes, el presidente se lanzo en tromba contra sus adversarios, a quienes invito a trabajar junto a el por Venezuela, eso si, despu�s de llamarles "fascistas" y "oligarcas" y de decir que hab�an muerto "junto con la explotaci�n que propugnaban".
Venezuela ha amanecido despu�s del refer�ndum aun mas polarizada de lo que lo estaba el s�bado, dividida como una naranja en dos mitades. El mensaje de la oposici�n ha prendido entre una clase media urbana que no se deja embaucar por la demagogia barata, pero la fe en Ch�vez continua extendi�ndose entre los miles de desheredados que se hacinan en los arrabales caraque�os. Para ellos pesan mas algunas de las ayudas sociales que ha puesto en marcha que sus escasos escr�pulos democr�ticos.
Ch�vez gano ayer el refer�ndum, pero no se puede decir que Venezuela haya ganado en la consulta. El pa�s continuara perdiendo prestigio internacional en manos de un l�der cuestionado incapaz de respetar derechos b�sicos como la libertad de prensa mientras la oposici�n amenaza con no cruzarse de brazos ante la derrota. Ch�vez deber�a administrar con tiento su victoria y ser consciente de que debe ganarse con sus actos a la otra mitad de los venezolanos.